A lo largo de nuestra infancia y crecimiento, hemos aprendido a actuar de una determinada manera, hemos constituido un carácter. Solemos decir: “tal persona qué carácter tiene…”, este carácter es la forma de contactar con el mundo, es la forma que tenemos de actuar en el mundo. Este carácter se hace más presente, más visible y más inflexible , sobretodo en los momentos más difíciles de la vida.
Es importante darnos cuenta que la vida es continuo cambio y que muchas veces el carácter, nuestra forma de ser se hace rígida e inflexible, lo cual nos hace sufrir cuando ante un mundo cambiante nosotros siempre queremos actuar de la misma forma. Es decir queremos que el mundo se adapte a nosotros, siendo esto la causa de muchos de nuestros sufrimientos.
Ser capaz de flexibilizar el carácter, de revisarlo, de actualizarlo; es decir de ser consciente de mis emociones y pensamientos en cada momento, de estar presente en cada situación para tener la mejor respuesta y que ésta no sea algo automático, aprendido, que nos sirvió durante algún tiempo pero que a lo mejor hoy, ahora, ya no sirve.
Casi todas las personas estamos constantemente describiéndonos el mundo a nosotros mismos, dando a cada suceso o experiencia una etiqueta. Estas etiquetas o juicios se forman a lo largo de un interminable diálogo de cada persona consigo misma y colorean toda la experiencia con interpretaciones privadas. El diálogo podemos compararlo como una cascada de pensamiento que fluye de la mente sin interrupción. Raras veces nos damos cuenta de tales pensamientos, pero son lo suficientemente poderosos como para crear las emociones más intensas.
Los pensamientos automáticos tienen normalmente las siguientes características:
- Son mensajes específicos.
- A menudo parecen taquigrafiados, compuestos por unas pocas y esenciales palabras o una imagen visual breve.
- Los pensamientos automáticos, no importa lo irracionales que sean, casi siempre son creídos.
- Se viven como espontáneos, entran de golpe en la mente.
- A menudo se expresan en términos de "habría de, tendría que o debería".
- Tienden a dramatizar.
- Son relativamente idiosincráticos, es decir, una misma situación puede generar diferentes pensamientos y emociones.
- Son difíciles de desviar.
- Son aprendidos.
Para conseguir la regulación de las emociones que puedan tener consecuencias desagradables en cuanto a la conducta derivada; el primer paso es prestar atención a estos pensamientos. Para identificar pensamientos automáticos que son los continuos causantes de sentimientos ansiógenos, hay que tratar de recordar los pensamientos que se tuvieron inmediatamente antes de empezar a experimentar la emoción y aquellos que acompañaron el mantenimiento de la emoción.
Una vez llegados a este punto, debemos reconocer que los pensamientos crean y sostienen las emociones. Para reducir la frecuencia de las emociones dolorosas, es necesario primero escuchar los pensamientos y preguntarse, posteriormente, si son ciertos. Los pensamientos son los responsables de los sentimientos.
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